Sabes tan poco
No sabes nada de mis silencios
ni entiendes el alcance de sus ruidos
ni conoces el sabor de mis labios sellados
ni aceptas cómo te buscan, en mis versos, mis palabras.
No sabes nada de cómo se despierta mi tristeza
ni conoces que cosa despeina mi felicidad
ni entiendes cómo se desmantelan mis emociones
ni aceptas que tu mirada edifica y fortalece mis sentimientos.
No sabes nada de cómo le dibujo, a mis pesadillas, tu rostro
ni entiendes cómo te escondo en mis sueños a mis sueños
y no dar una antorcha a mi loca y amarga realidad
para que me deje volver a ti y jamas regresar allí.
No sabes nada de mis inviernos sin tus caléndulas
ni de mis primaveras en apuros sin tus violetas
ni de cómo el verano me avisa de tu presencia con tu ausencia
ni de cómo el otoño gane territorio a esos únicos flores.
No sabes nada de mi duro corazón salvaje
ni entiendes la dulce firmeza que late en su pecho
ni aceptas que toque tu nombre, Erised,
cuando la sinfonía en mi día carece de melodía
Sabes tan poco de mi
que si tuvieras una linterna
para adentrarte en mi alma
y ver con los ojos de la tuya como la mía te ve
comprenderías la soledad aislante de su mirada
y aceptarías que una sola vida
no te bastaría para saber algo de mí…
pero tu sabes dos cosas de mí
que son suficientes para borrarme
yo sé dos cosas de ti
suficientes “para tú quedarte,
a unos versos de mí,
siempre en mi arte”.
No sabes nada de mis silencios
ni entiendes el alcance de sus ruidos
ni conoces el sabor de mis labios sellados
ni aceptas cómo te buscan, en mis versos, mis palabras.
No sabes nada de cómo se despierta mi tristeza
ni conoces que cosa despeina mi felicidad
ni entiendes cómo se desmantelan mis emociones
ni aceptas que tu mirada edifica y fortalece mis sentimientos.
No sabes nada de cómo le dibujo, a mis pesadillas, tu rostro
ni entiendes cómo te escondo en mis sueños a mis sueños
y no dar una antorcha a mi loca y amarga realidad
para que me deje volver a ti y jamas regresar allí.
No sabes nada de mis inviernos sin tus caléndulas
ni de mis primaveras en apuros sin tus violetas
ni de cómo el verano me avisa de tu presencia con tu ausencia
ni de cómo el otoño gane territorio a esos únicos flores.
No sabes nada de mi duro corazón salvaje
ni entiendes la dulce firmeza que late en su pecho
ni aceptas que toque tu nombre, Erised,
cuando la sinfonía en mi día carece de melodía
Sabes tan poco de mi
que si tuvieras una linterna
para adentrarte en mi alma
y ver con los ojos de la tuya como la mía te ve
comprenderías la soledad aislante de su mirada
y aceptarías que una sola vida
no te bastaría para saber algo de mí…
pero tu sabes dos cosas de mí
que son suficientes para borrarme
yo sé dos cosas de ti
suficientes “para tú quedarte,
a unos versos de mí,
siempre en mi arte”.
