Segunda Parte della Trilogía de Erised
Hay ecos de tus ojos en mis versos
Hay palabras robadas a la vida y susurradas al viento para llegar hasta ti.
Hay palabras robadas a la vida y susurradas al viento para llegar hasta ti.
Hay remordimientos, dulces y desafinadas melodías, para recordarme de no olvidarte.
Hay sueños, que no paran nunca de cerrar sus ojos, dibujando tu rostro incansablemente,
utilizando mi pecho, como fuera un "papel satinado" y mi alma, como fuera un "lápiz de grasa".
Hay miedos, que se escapan de la lógica, desvestiendome de certezas, excepto tú, que sigues aquí.
Hay morados, que persiguen mi corazón con tanto afán, para llevarte afuera de allí,
que adelgazan mi fuerza por oponerme, cediendo a la tristeza.
Capas tras capas, finalmente…
Hay tu corazón, tan indómito y tan adamantino;
tu sonrisa, a veces azul y casi siempre andaluz;
tu voz, tan viva de esperanza, esparciéndose en el viento;
tu alma desobediente, tan esencial y necesaria como la libertad:
y son estas, Erised, las reales fragancias tuyas más bellas;
la autentica piel tuya, que más mi alma en si misma sella,
que en mis huesos, deja más huellas
y que en mi pecho, mi tristeza degüella.
Hay ecos de tus ojos en mis versos y también hay besos,
que nunca han florecidos y que se han perdidos.
Hay rincones del tiempo donde nosotros dos somos:
“hueso para el uno y piel para el otro”,
dos corazones dentro un alma
y no dos planetas tan distantes de casa.
